¿Es el humor un idioma universal?

La pregunta que lleva por título nuestra entrada todavía no ha obtenido una respuesta unánime. Sin duda, el sentido del humor es una característica que, en mayor o menor medida, todo ser humano desarrolla. Asimismo, con independencia de nuestro género, etnia o edad, el humor es capaz de despertar en todos nosotros una gran diversidad de emociones: alegría, bienestar, diversión, o incluso rechazo. En este sentido, quizás sí podríamos hablar de emociones intrínsecas y universales, que se asocian a la presencia del humor en un determinado contexto. Además, existen muestras de humor no verbal, tanto gráfico como gestual, que pueden ser entendidas universalmente. Un ejemplo de ello sería la reacción de cualquier bebé cuando le hacemos carantoñas y gracias. Según Mireault y Reddy (2016: 12), todos los recién nacidos actúan de forma similar ante estos estímulos positivos.

Sin embargo, no hemos encontrado ningún ejemplo de humor universal cuando el lenguaje es la pieza clave que desencadena el efecto humorístico. No existe una lengua en el mundo que sea común para todos y, por tanto, la forma en la que nos comunicamos varía en relación con cada sociedad y cultura. Las palabras y el lenguaje corporal adquieren un sentido u otro dependiendo de factores como la edad o la región del mundo en el que se produzcan. De ahí, por ejemplo, la dificultad que supone traducir secuencias humorísticas a una Segunda Lengua (L2).

¿Cuántas veces hemos sido incapaces de captar el chascarrillo en una comedia americana? Doblar o subtitular este tipo de género implica una alta competencia metapragmática y sociolingüística, ya que, en ocasiones, es imposible encontrar un equivalente exacto en la lengua meta de aquello que se quiera traducir. A fin de solucionar esta problemática, desde ACCLARO sugieren contar con dos traductores/lingüistas, uno nativo de cada una de las lenguas (L1 y L2) para, así, entre los dos adaptar el texto a los fines humorísticos que se desean alcanzar.

Por otro lado, el potencial del humor en la enseñanza de una L2 es innegable (cfr. Schmitz, 2002; Bell, 2011). Si asumimos que el humor verbal no es un fenómeno universal, debido a la carga sociocultural que contiene, podemos volver las tornas y hacer de ello una ventaja didáctica. Las referencias culturales que suelen acompañar al humor pueden servir para crear material didáctico con el que se promueva la competencia intercultural de los estudiantes extranjeros. Además, creemos que una integración transversal de material humorístico en el currículo podría comportar beneficios tanto a nivel emocional como lingüístico. Sin duda, la inclusión del humor reduce los niveles de ansiedad que genera la exposición a una lengua que no es nuestra L1, y favorece la retención y asentamiento del contenido. En definitiva, el humor debería considerarse un aliado en la labor de cualquier profesor/a de lenguas. Tal vez no podamos hablar de “universales” en el humor, pero tampoco debemos olvidar que todos nos reímos en el mismo idioma.

Fragmento del libro «Disparen al Humorista» de Darío Adanti

 

 

 

Bell, N. (2009). Learning about and through humor in the second language classroom. Language Teaching Research, 13(3), 241-258.

Mireault, G. C., & Reddy, V. (2016). Humor in infants: developmental and psychological perspectives. SpringerBriefs in psychology, Child development.

Schmitz, J.R. (2002). Humor as a pedagogical tool in foreign language and translation courses. Humor: International Journal of Humor Research, 15(1),
89–113.